martes, 12 de mayo de 2015

Un viaje de placer y dolor


 

Acude a consulta una mujer de 65 años, a quien se le nota fuertemente deprimida, refiriendo que ha sufrido la pérdida de su esposo hace unos 6 meses  en circunstancias muy estresantes. Ambos  se encontraban en el extranjero visitando a una hija y nietos y en ese periodo ocurre la muerte súbita del esposo, quien padecía de problemas cardíacos, aunque el médico le autorizó a  viajar (viaje que por demás este añoraba hace años para poder volver a ver a su hija y conocer a sus nietos). Ante esta situación, además del propio sufrimiento por la pérdida,  se vio envuelta en engorrosos trámites para poder trasladar el cadáver del esposo a su país de origen, donde  los esperaban  su otra hija y sus otros nietos. Y tuvo que viajar todo el tiempo con los restos del esposo en una urna.

Esta señora proviene de una familia campesina con muy bajo nivel cultural y a duras penas logro terminar, ya adulta, el 6to grado o nivel primario de educación. Toda su vida se dedicó a trabajos de limpieza y no tiene muchos recursos intelectuales para afrontar la vida. Actualmente al regreso vive sola, en una casa que se le queda inmensa y vacía, añorando la presencia de su esposo con quien llevó una relación de toda una vida y que recientemente se había jubilado para poder estar, finalmente, más tiempo juntos.

Refiere que no sabe qué hacer , que trata de no estar en su casa y se va a visitar amistades o sentarse en el parque a ver la gente pasar, no tiene intereses que le permitan una distracción, no le gusta la Televisión, ni la lectura,  dice que solo se distrae cuando limpia y se mete de lleno en las tareas del hogar, por lo que va durante el día para casa de su hija y le mantiene la limpieza de la casa , le hace la comida y hasta le deja preparado el baño para cuando ella llegue, aunque en este tiempo esté sola pues la hija está trabajando y los nietos en la escuela. Se ha dedicado a limpiar casas solo para distraerse pues no tiene necesidad económica alguna, pero no le ha ido bien pues las personas con que ha trabajado son muy exigentes y ella no se siente con fuerzas para tanto, pues se siente vieja y cansada.

Está muy preocupada porque extraña mucho al esposo, refiere que siente una ¨cosa¨ muy rara, que no sabe explicar, que no la deja en paz, que no puede calmarse, no duerme desde entonces.  Tiene mucha angustia y teme volver a caer enferma de los nervios dado que una vez en su vida anterior había tenido necesidad de tratamiento psiquiátrico.

También es fuente de gran preocupación su nieto de cinco años, quien aparentemente no acepta la muerte de su abuelo y trata de mantenerlo vivo llevándole tazas de café a una piedra donde solía sentarse y refiriendo que no acepta lo que le dicen  de que está en el cielo, pues entonces él tendrá que morirse para volverlo a ver.

Que pienso:

Ante todo no se puede ignorar que esta señora está presentando una fuerte depresión que no solo puede ser tratada con psicoterapia y necesita un tratamiento farmacológico para poder superar esta etapa. Más cuando tiene antecedentes de trastornos psiquiátricos previos.

La pérdida de la pareja en la tercera edad es un hecho muy importante y significativo que se considera como una crisis familiar, ante la cual las reacciones de duelo son lógicas y las personas deben ser apoyadas por los hijos o personas queridas y cercanas, para poder paliar  y superar esta pérdida y los sentimientos y emociones negativas que conlleva y le posibilite encontrar nuevos objetivos de vida.

Que recomiendo:

Sería muy bueno para esta señora que lograra una reunificación con su hija para poder vivir en familia y con sus nietos y así sentirse útil y evitar la soledad. Y si no quiere perder su autonomía, o ser carga para la hija, como expresa, reunificarse al menos por el momento  hasta que logre una mejor adaptación a su situación actual y posteriormente regresar a su hogar y lograr seguir una vida independiente.

  Hay que trabajar con ella el proceso de duelo para que no se haga patológico y logre transitar de manera adecuada por él y aceptar esta pérdida y su nueva situación de vida.

Hay que reformular la forma de ver la situación y buscar argumentos más confortables que le permitan aliviar en algo el sufrimiento, como podría ser la posibilidad que tuvo su esposo de cumplir sus sueños de conocer a sus nietos y ver a su hija antes de morir. Tal vez hubiera muerto igual aquí si no iban.

Puede seguir en sus tareas de limpieza, si esto le representa un alivio espiritual, pero buscar opciones que sean menos exigentes, dado que ella lo hace por satisfacción, no por una remuneración monetaria. Aunque debe buscar nuevos objetivos de vida, que se unan y complementen esta tarea, incorporándose, por ejemplo, a los grupos de adultos mayores de la comunidad, que posibilitan nuevas redes de apoyo y nuevas actividades culturales y recreativas que la ayudarían grandemente  a no sentirse tan sola y a cambiar el contenido depresivo de sus pensamientos.

Con relación al nieto y la preocupación que tiene por este,  hay que orientar a la familia para el manejo adecuado de la muerte con el niño. Situación a la que esta preparado por su nivel de desarrollo psicológico a los cinco años de edad, donde ya se tiene concepto de vida y muerte , aunque a los padres y abuelos les parezca muy pequeño para hablarle de estas cosas, hay que sentarse con él , explicarle lo sucedido , explicarle lo que sucede cuando alguien fallece, que

no se le verá mas, aunque nunca se le olvidará y que se puede seguir pensando y hablando del abuelo para recordar las cosas buenas que se vivieron con él.   No evadir preguntas, ni recuerdos del abuelo, tratar la muerte como un suceso, desgraciadamente,  normal y cotidiano.

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