domingo, 22 de junio de 2014

Mi hijo se fue de casa. ¿Qué hago?


Acude una madre de 45 años muy angustiada por su hijo adolescente quien se
ha ido de la casa a vivir con su maestra y no quiere regresar.
Este adolescente y su mamá llevan ya muchos años de mala comunicación, hay
agresividad verbal y física entre ellos. Desde el inicio de la adolescencia
él se ha caracterizado por ser muy impulsivo y voluntarioso, pero la madre
es muy parecida en cuanto a impulsividad y presenta además un alto contenido
de angustia y un gran sentimiento de descontrol que la ha llevado ya en
varias ocasiones a buscar ayuda especializada.
La situación familiar se ha caracterizado siempre por el contraste entre la
imposición de las reglas de manera violenta y la inconsistencia; pues el
esposo de esta señora ha mantenido siempre una conducta inmadura tratando de
hacer alianza con el adolescente, que no es su hijo, y contraviniendo las
exigencias de la madre, poniéndose a la altura del mismo y siendo muchas
veces más difícil de manejar que el propio adolescente, por su inmadurez y
poca colaboración. Este padrastro es también de carácter explosivo, al punto
de que la madre refirió tenerle miedo a sus arranques, pues cuando se
molestaba tenía conductas con gran nivel de agresividad donde no medía las
consecuencias de sus actos violentos. Actos que en muchas ocasiones tenían
lugar frente al hijo.
En procesos anteriores de terapia se les impuso sobre la necesidad de
cambiar los manejos educativos a lo que la madre no fue nunca muy receptiva,
insistiendo que los cambios debían provenir del adolescente y asumiendo el
proceso de terapia como un momento ideal para convencer al hijo de sus
errores. Esta madre siempre manifestó una visión de su hijo como alguien
bueno de sentimientos, pero con un trasfondo oscuro, malo, descontrolado,
incluso llego a temer que sería un futuro ¨monstruo¨. Refiere la madre que
actualmente el adolescente se muestra muy desconfiado hacia ella, muy
déspota y agresivo, quiere asumir el control de la casa e imponérsele de
manera muchas veces violenta.
El adolescente por su parte siempre se mantuvo receptivo, y rebatía cada
argumento que la madre emitía en su contra con razones muy convincentes. La
madre tenía un excesivo nivel de exigencia en cuanto al desempeño académico
del hijo. Muy preocupada por sus estudios, al punto de ser ésta la principal
problemática entre ellos pues él, aunque no tenía resultados
insatisfactorios, no ponía todo el empeño que ella consideraba necesario
para el éxito que debía alcanzar en la vida. Después de un tiempo se
abandonó la terapia, el matrimonio de la madre se rompió, con grandes
sufrimientos familiares, y la vida continuó con la misma dinámica. Hasta
que hace pocos días y tras una violenta discusión madre-hijo, éste se fue de
la casa. Posteriormente la madre supo que estaba en casa de su maestra quien
le sugirió que le diera un tiempo para que se calmara en su casa ya que
entre ellos había buena comunicación y afecto. A lo que la madre accedió
considerando que así él recapacitaría sobre todo lo malo que le había hecho
y cuánto la había agredido en esa discusión.
La permanencia del hijo en casa de la maestra se extiende más de lo que ella
considera correcto, pero éste no quiere regresar. Ella piensa que la maestra
lo está manipulando para que se ponga en contra de ella y considera que la
quiere suplantar en su rol de madre, tomándose atribuciones en el cuidado
del muchacho que no le competen y permitiéndole quedarse, aún cuando ella le
exige que lo eche de su casa para que no tenga más remedio que regresar a la
suya.
En estos momentos esta mujer está seriamente preocupada porque no sabe cómo
actuar. Reconoce y asume su responsabilidad como madre en la solución de
esta situación, pero tiene mucho temor de que exista una manipulación por
parte de la maestra en contra de ella que no le posibilite un reencuentro
con su hijo.
Que pienso sobre este caso:
Ante todo no se puede perder de vista dos elementos trascendentales:
La edad del hijo, que lo ubica en la etapa de adolescencia, donde comenzaron
los principales enfrentamientos, que de por sí se caracteriza por la
rebeldía, la tendencia a la imposición de sus criterios, el deseo de
independencia y los conflictos intergeneracionales.
El otro elemento es la importante presencia de conductas violentas e
impulsivas en este hogar que han ido creando un estereotipo de respuesta y
una comunicación donde predomina la agresividad.
Estos dos elementos combinados han sido causa de una situación donde el
manejo del adolescente se hace muy difícil pues se le han dado ejemplos de
agresión, se le ha agredido incluso físicamente, pero se le censura y
cuestiona la utilización de los mismos patrones hacia los padres. Ejemplo
claro de inconsistencia que los desmoraliza.
Hay que tener en cuenta que la agresividad es una conducta refleja, en la
misma medida que se recibe se tiende a dar, independientemente de que como
seres sociales podamos tener un mayor control sobre la misma. Control que a
un adolescente se le dificulta más que a un adulto.
En estos momentos el adolescente ha perdido la confianza y la comunicación
con la madre y le será muy difícil recuperarla si esta no establece una
estrategia de acercamiento gradual. Lo que no quiere decir que le permita
violar su autoridad. Pero tampoco que se lo imponga. La confianza es algo
que tarda mucho en conquistarse y un segundo en perderse.
Que le oriento a esta mamá:
La madre tiene que ir a conversar con su hijo y la maestra, convencerlo,
persuadirlo de regresar a la casa, no creo adecuada la idea de que esta lo
expulse , pues eso no garantizaría que él regresara a su casa y puede
quedarse sin un lugar donde sentirse seguro y protegido, empeorando con esto
la situación. Tampoco debe imponerse el regreso por la fuerza, aunque si
fuera necesario, hacerlo en última instancia dado que es un menor de edad y
debe acatar las decisiones de los mayores, más cuando su madre es su único
tutor.
Esta mamá debe cambiar su visión del hijo viéndolo más positivamente, no
culpabilizándolo de ser el responsable de las situaciones, no considerándolo
como un caso perdido. Ambos son responsables de lo que sucede, no solo él
hiere y agrede, no solo él tiene que recapacitar sobre cuánto es afectado el
otro en cada discusión.
La madre debe tener mucho control sobre sus impulsos, dar más confianza al
hijo, darle garantías de que la comunicación es posible mostrando afecto y
comprensión. No temer que su hijo pueda imponerse; si la jerarquía queda
clara el aceptará que ella es quien dirige la familia, solo que esto se debe
ser real, la madre estar segura de su rol y no ponerlo en duda en ningún
momento, siempre respetando los espacios del hijo y buscando más la
negociación y el dialogo que la imposición.
Con relación a la maestra en lugar de verla como enemiga, debería
convertirla en aliada, trabajar juntas en la educación de este adolescente
a quien evidentemente le faltan sistemas de apoyo y personas de confianza
que le brinden afecto, dado el abandono por parte del padre, la mala
relación con el padrastro y la incomunicación actual con la madre.
La adolescencia es muchas veces difícil de manejar, todos los que han
pasado por este momento en la vida de sus hijos han tenido que improvisar y
buscar recursos insospechados para afrontarla, unas veces con más éxitos que
otra, pero siempre a la larga se saca una gran experiencia de vida. 

Entonces los que han pasado por esto, ¿Qué le aconsejarían a esta madre? ¿Cómo
actuarían desde sus experiencias de vida?

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